27 de julio de 2022
NO HAY PRESUPUESTO, PASE A VENTANILLA C
ESTADO
No necesariamente es así (podría ser de otro modo), pero es así que el Estado está subordinado al Mercado. Se comporta como una entidad económica casi cualquiera, inmersa en el Mercado y frágil dependiente suya. La capacidad de acción del Estado (que renuncia a una más amplia función regulatoria) depende de sus ingresos. Lo que puede hacer o instrumentar depende del monto de la recaudación (en valor monetario) y de los precios (en valor monetario) de los insumos en el Mercado. Lo que hace el Estado es recaudar del Mercado y gastar en el Mercado.
Y, con el gasto, el Estado “compra”, al menor precio posible… la estabilidad social que requiere el Mercado que lo alimenta.
DERECHOS
Este Estado, que hace lo que hace “gastando” (comprando, pagando), se legitima como “garante” de un abanico de derechos que social e históricamente se van formulando y reformulando.
Los derechos expresan ciertas condiciones históricas de la estabilidad social (estabilidad que los derechos fincan al menos como esperanza), y orientan parcialmente el gasto estatal.
ESTRATEGIAS
Lo que el Estado decida, la orientación que adopte, se traduce en decisión sobre la distribución del gasto.
Toda estrategia se traduce en jalar un poco más de cobija para acá, aunque se descobije poco o mucho allá. Y se parte del supuesto y la esperanza de que, a pesar de las insuficiencias, una distribución “estratégica” del gasto, pasado lo inmediato, nos conducirá a mejores escenarios donde haya más cobija o menos intemperie. En teoría, año con año, presupuesto tras presupuesto, gasto tras gasto, en esas vamos.
DISYUNTIVA
Hay una serie de importantes derechos en tensión y disyuntiva con la procuración del Mercado. Y este Estado se legitima en la procuración de una ámplio abanico de derechos, pero se alimenta del Mercado.
NEOLIBERALISMO
Para la postura capitalista neoliberal, no hay tensión o disyunción: el Mercado somos todos y porcurar el interés del Mercado es procurar el interés de todos. Como consecuencia, los derechos que convienen al “comportamiento mercantil” tienen primacía sobre los demás. El neoliberalismo, sabemos, propuso que si el Estado procuraba al Mercado, no habría necesidad de que procurara derechos: cada cuál encontraría la satisfacción a sus necesidades como actor económico individual dentro del Mercado.
INEFICIENCIA
El discurso ideológico del Mercado no considera que este tenga un carácter o naturaleza excluyente (enfatiza en cambio su apertura o inclusividad). Este carácter excluyente, sea sustantivo o meramente contingente, supondría la ineficiencia del Mercado para satisfacer las necesidades y aspiraciones establecidas como derechos. Por lo que el Estado, si ha de legitimarse, deberá garantizarlos o volverlos asequibles por alguna vía (al menos en la palabra y la esperanza), como la recaudación fiscal y el gasto u otras regulaciones.
SUBORDINACIÓN
La limitación básica de este Estado subordinado al Mercado es el límite de su recaudación; recaudación que depende del desempeño del Mercado; desempeño del Mercado que (en la hipótesis neoliberal muy difundida) depende de las fácilidades que tengan las entidades mercantiles o económicas para obtener máximos rendimientos, capitalizarse, crecer y extederse.
El Estado, para aumentar su capacidad, debe favorecer el rendimiento o capitalización del Mercado.
En esta consideración se desecha la idea de que el máximo rendimiento o capitalización de la entidades económicas se oponga a la distribución de la riqueza, a la satisfacción en el Mercado de la necesidad y aspiración básica de los tabajadores, que la lucha por la mayor capitalización promueva la exclusión y la llamada precarización laboral.
SIMULACIÓN
Si, a pesar de las desregulaciones y facilidades al Mercado, el Estado no recauda lo suficiente para satisfacer la necesidad y aspiración básica de los tabajadores, de los excluídos y los precarizados; le resta al Estado simular que lo hace o fincar la esperanza de que puede. Otros recursos del Estado para legitimarse, sin dar garantías, son la reducción de la expectativa social e histórica de lo que se puede y es derecho; o acusar a la coyuntura.
REGULADOR
En otra hipótesis, aun capitalista pero no neoliberal, si se privilegia la distribución de la riqueza sobre los rendimientos y la capitalización de las entidades económicas, no ocurre que el Mercado se colapsa; sólo ocurre que el consumo derivado de la redistribución, que es dinero que corre a irrigar otros terrenos del Mercado, da otra configuración o rostro al Mercado, un rostro menos exclusivo, pero no lo contrae o “empobrece” necesaria y sustantivamente.
Ese rostro inclusivo del Mercado no es naturalmente suyo, lo impondría un Estado con regulaciones y gastos redistributivos.
REGULACIONES
Podemos pensar que el Libre Mercado genera, para todos, las condiciones o justas oportunidades de satisfacción de las necesidades o derechos básicos: que es “eficiente”.
O podemos pensar que el Mercado NO genera, para todos, las condiciones o justas oportunidades de satisfacción de las necesidades y derechos básicos: que es “ineficiente” y que, por tanto, el Estado debe echar mano a sus dos instrumentos principales para compensar la ineficiencia: la recaudación y el gasto, y la regulación laboral y salarial.
Pero el razonamiento va de regreso; pues, si aumenta la recaudación y/o se regula el trabajo y el salario, si se reducen los rendimientos de las entidades económicas del Mercado, habrá menos riqueza que gravar por el Estado o reinvertir por las entidades económicas; es decir, menos recaudación “redistribuíble” y menos trabajos “regulables”. O los capitales “escapan” a donde encuentren su mayor rendimiento (en buena parte, pagando menor salario e impuestos), perdiéndose aquí empleos y capital gravable. Por lo que, habiendo regulaciones, es malo si los capitales se van y malo si se quedan; por lo que “es mejor desregular y esperar que crezcan y ‘entren’ capitales”: es menos malo el capitalismo salvaje.
Hasta aquí esta vuelta a la misma idea con mismos términos.
¿QUÉ CREO?
Hay quien confía en la eficiencia del Libre Mercado, hay quien confía en un posible equilibrio entre la ineficiencia del Mercado y la acción del Estado, y hay quien no confía en un equilibrio posible. Me considero entre los últimos.
1 Creo que no hay equilibrio posible. Que el cúmulo de derechos consignados son una esperanza que da legitimidad a un Estado cuyo oficio es la contención, la gobernabilidad, la estabilización. Ni el mercado ni el presupuesto estatal ni la regulación salarial (de ESTE Estado) alcanzarán a satisfacer, a volver asequibles los derechos, a dar la justa oportunidad de su realización.
2 Creo que estamos limitados por la dinámica de un Mercado que grita que lo están matando y moriremos con él, si le tocan el hombro para pedirle paso con permiso.
3 Yo creo que el lío es la “elasticidad” del Mercado: la capacidad de introducir en las cadenas de "consumo", y no sólo en las de producción, a TOD@s.
4 Creo que en el “metabolismo” del Mercado (que determina su elasticidad) hay instrumentos de deuda, especulación, etc., que mucho determinan la "racionalidad" del Mercado y conforman un "Estado profundo" global. Quiero decir que, si el Mercado pudiera ser socialmente elástico, no lo sabremos porque "ellos" o sus árbitros, prefectos o capataces, tiene el sartén por el mango para su beneficio: un beneficio que mueve ejércitos nacionalistas, televisoras y congresos.
5 Creo una economía planificada socialista, al menos mixta, puede tener en algún momento otra oportunidad con la tecnología informática actual.
6 Creo (y lo digo para atreverme) que la propiedad privada es una convención, y si excesiva es (como dice el anarquista) un evidente robo. Debemos desaparecer el derecho a la acumulación y herencia patrimonial ilimitadas, desconvencer mundialmente de ello. Que defender el derecho a la propiedad ilimitada llegue a ser tan popular como defender la monarquía. Y, desde esos tópicos, si acaso, "concesionar".
Quién sabe lo futuro, pero en lo inmediato tampoco.
(En imagen, Alejandro corta el Nudo Gordiano).